15 febrero 2010

EL CLIMA NO ESTÁ LOCO, LOS LOCOS SON LOS QUE OCASIONAN LOS DESASTRES POR CAMBIO CLIMÁTICO

Ahora que estamos consternados por lo sucedido en Haití y los desastres ocurridos en Cusco, Puno, Huancavelica y otros lugares del Perú con inmensas pérdidas vidas, cultivos, crianzas, viviendas, infrestructura vial, canales de riego, etc. los críticos solo claman por la falta de previsión, de cultura de prevención, de planes de contingencia, etc. aceptando los hechos como desastre natural.
Sin embargo, estos desastres no son tan naturales porque son obra de los países altamente industrializados que al emanar ingentes cantidades de gases de efecto invernadero están ocasionando cambios climáticos por calentamiento global. Los científicos ya habían advertido a fines del siglo pasado que esto pasaría si no se reducía la emanación de gases de efecto invernadero. No es casual pues, que se hayan desatado desastres inesperados de invierno en una parte del planeta al mismo tiempo que desastres inesperados de verano en la otra parte.
Pero el peligro no ha pasado y puede repetirse con mayor gravedad. Por consiguiente, todos los valles interandinos corren el mismo peligro y con ellos las vertientes de los valles costeros y de selva. Si los fuertes vientos provenientes del Océano Atlántico llevan nubes cargadas agua hacia la Cordillera de los Andes al mismo tiempo que lo hacen los vientos provenientes del Océano Pacífico el resultado es una sobre carga en las alturas donde ambas corrientes se encuentran.
La secuela de los daños serán también catastróficos si se piensa en la proliferación de plagas y enfermedades para los cultivos, alteración de ecosistemas, variación de biodiversidad, estrés del ganado, paludismo y dengue, etc. Los proveedores de insumos, equipos, maquinaria, recursos financieros y servicios para el agro sufrirán también las consecuencias, además del debilitamiento económico para un país en permanente emergencia.
Un cambio en la circulación atmosférica perturba el invierno en parte del hemisferio norte y perturba el verano en nuestra región.
Los expertos opinan que hay conexión entre ambos fenómenos pues se trata de una inversión en las corrientes atmosféricas que definen el tiempo en las latitudes más altas del hemisferio norte y en el hemisferio sur. El fenómeno se repite con relativa frecuencia, pero los anales meteorológicos no recuerdan una situación tan extrema y duradera en los últimos 50 años. «En diciembre se batió el récord», recuerda la NASA. Borrascas y anticiclones han intercambiado sus posiciones.
Cuando la circulación atmosférica pierde su uniformidad –se ondula– y los vientos árticos consiguen avanzar hacia latitudes más meridionales, se produce entonces una oscilación negativa (NAO–). Como ha sucedido este año, el frío se apodera de Europa y las corrientes oceánicas que atemperan el clima encuentran un obstáculo para avanzar hacia el este.
Con una alteración de 2 ó 3 grados en la temperatura, hay efectos catastróficos para el clima productivo agrario, alteración en el comportamiento de especies vegetales, animales y humana, generando e intensificando enfermedades.
Según Oxfam América “El número de desastres relacionados con el clima se ha multiplicado por cuatro en las últimas dos décadas, pasando de una media de 120 catástrofes al año a principios de los años ochenta a 500 en la actualidad, aumentando el mayor número de personas afectadas.
Fuente: GESTIONES RURALES

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