15 junio 2012

RELIEVE MURAL DE 4,500 AÑOS EN TEMPLO PRIMIGENIO DE HUACA VENTARRÓN

Foto: Silvia Depaz
Relieve de Hurón o Zarigueya
Un relieve mural de 4,500 años de antigüedad, un fogón ceremonial decorado con dos peces y una banqueta donde se habría sentado el primer gobernante del norte peruano, recientemente hallados en el templo primigenio de la huaca Ventarrón, fueron presentados hoy en Lambayeque.


El director del Proyecto Arqueológico Ventarrón-Collud, Ignacio Alva Meneses, precisó que estos descubrimientos se hicieron a fines de 2011 y reflejan la comunicación con fluidez que tuvieron nuestros antepasados de la zona norteña. Gracias a estos hallazgos en la huaca ubicada en el distrito de Pomalca ahora se conoce la fase más antigua del templo. La primera edificación estuvo enclavada en lo alto del promontorio rocoso, al pie del cerro Ventarrón.


En la cima había un recinto principal desde donde se ejerció el culto y el poder social. Allí se encontró un fogón ceremonial y una banqueta. El hallazgo más sorprendente es el relieve zoomorfo de un hurón o zarigüeya (29 centímetros de alto por 24 de ancho), ubicado en la pared del fondo, al costado de la banqueta central de forma semicircular, que era el trono del primer gobernante de Lambayeque, sostuvo.
Foto: Silvia Depaz/Andina
Banqueta Semicircular que fue el trono del primer
gobernante norteño
Según Alva, el relieve sería la obra de arte más antigua del templo y del norte de Perú en su género; representa a un animal de hocico largo y abierto, orejas puntiagudas, cola pronunciada, garra prensil y una incisión sobre el abdomen a manera bolsa. “Está asociada al fuego, es una especie de Prometeo, del héroe civilizador que roba el fuego del inframundo y lo entrega al hombre y así se origina la civilización”, explicó.

Lo interesante del hallazgo, agregó, es que el templo tuvo en su primera época un complejo discurso simbólico, en el cual se articula la idea del origen del fuego, de la civilización con la zarigüeya y del hombre encargado de mantener el fuego y el culto. Además, explicó, "el fuego relacionado al mar donde se incineran las conchas y ascienden al cielo y, de esa manera, se cumple el ciclo de reciprocidad. El hombre cosecha, pesca, hace redes con algodón, incinera las conchas que son los seres primigenios: el origen de la vida, y los devuelve al cielo de donde viene todo”.

En síntesis, apuntó, "el trono (poder) está ligado a la zarigüeya y asociado al fogón (peces)". Destacó que el templo, pese a las diez remodelaciones que ha sufrido, conserva la armonía de su estructura, con la excepción de los ejes y volúmenes. El investigador refirió que lo peculiar, y que será materia de un estudio más profundo, es que Ventarrón supera en arte a la ciudad sagrada de Caral (Barranca), considerada la civilización más antigua de América. En Caral se observa un patrón arquitectónico repetitivo, a diferencia de Ventarrón, donde la iconografía y el arte son novedosos y variados. "En Ventarrón nuestros antepasados manejaban, a diferencia de Caral, la comunicación con fluidez, por lo que se les considera los primeros comunicadores de elevada calidad en Perú", puntualizó.
Andina

14 junio 2012

MEJORAR NUESTRAS VIDAS PERO SIN DEJAR HUELLAS PARA EL MAÑANA

El mundo en desarrollo enfrenta su proceso de crecimiento en circunstancias completamente diferentes a las que experimentaron los actuales países desarrollados en su industrialización. Los países del Asia y el Pacífico, por ejemplo, tienen que hacer aquello que nunca han hecho antes: tener crecimiento sostenido, mantener a las personas fuera de la pobreza y asegurar la resilencia considerando que el calentamiento global continúa a ritmo acelerado.

En estos países vive más de la mitad de la humanidad y dos tercios de los pobres del mundo. Su éxito o fracaso en la búsqueda de un crecimiento bajo en carbono para una mejor calidad de vida tendrá repercusiones a nivel mundial. Así como los líderes políticos y empresariales necesitan prestar atención, las personas –en su calidad de votantes y consumidores- deberían hacer lo mismo.

El nuevo Informe Regional sobre Desarrollo Humano de Asia y el Pacífico “Un planeta para compartir”, argumenta que crecer primero y “limpiar” después no es una opción para los grupos vulnerables que ya están enfrentando el sufrimiento, mostrando al mundo una visión de su futuro posible –como un “canario en la mina de carbón”.

El cambio climático no es solo otra perturbación del clima –en el futuro se espera ver eventos climáticos amplificados e impredecibles. Desde las alturas de los Himalayas hasta las islas del Pacífico, las personas de esta región muy diversa ya están expuestas a un amplio espectro de condiciones climáticas: los habitantes de las montañas, las comunidades del delta, los pueblos indígenas y de tribus, los pobres viviendo en las ciudades, por ejemplo.

La pobreza, los lugares y formas de ganarse la vida sensibles al clima combinados con una baja capacidad de adaptación, hacen que las personas sean especialmente vulnerables. El calentamiento global ya está socavando los medios de subsistencia, desplazando a las personas, amenazando la seguridad alimentaria, congestionando las calles de las ciudades, contaminando el aire y el agua a través del aumento de los residuos y el manejo inadecuado de la explotación de los recursos.

Esta región está en una encrucijada –teniendo que encontrar un balance entre aumentar la prosperidad y el aumento de emisiones- considerando el hecho que el mundo se acerca a los límites de la explotación irrestricta de los recursos naturales. Se requiere crecimiento económico para mejorar las condiciones de vida, combatir el hambre, garantizar la seguridad energética y aumentar la resilencia frente a los impactos.

Un crecimiento en Asia es importante además para la economía mundial. Sin embargo, el crecimiento tal como lo conocemos también implica emisiones. Los países en desarrollo del Asia y el Pacífico presentan un contraste sorprendente: las emisiones per cápita de este grupo de países se encuentran entre las más bajas del mundo, pero su participación en las emisiones totales es de casi una tercera parte y sigue en aumento. El camino a seguir es crecer, pero de una manera diferente. No habiendo contribuido al problema del cambio climático, ¿los países en desarrollo pueden ser parte de la solución? Si son mucho menos cerrados en las formas antiguas, los países en desarrollo tienen oportunidades.

Muchos ya están enfocados en el crecimiento de calidad; intentando disminuir la intensidad de las emisiones en su crecimiento futuro, e incorporando esto en el proceso de adaptación y construcción de resilencia para el cambio climático. La búsqueda de opciones con menores emisiones debe necesariamente abordar la pobreza y el bajo consumo crónico, reducir las brechas entre ricos y pobres, re-examinar los estilos de vida, reducir y mejorar el manejo de los residuos. Trasladar las emisiones de un lugar a otro donde la gobernanza ambiental es más débil, sólo porque es más fácil, no ayudará.

La tecnología, las finanzas, un conocimiento adecuado y la cooperación transfronteriza podrían facilitar los ajustes: cambiar la forma en que las personas producen los bienes, cultivan la comida, crían a los animales y generan energía. Esto no será fácil. Hacemos un llamado para la construcción de consensos acerca de nuevas formas de pensar y cooperar. Los sistemas actuales de gobernanza mundial necesitan un replanteamiento serio –ellos deben tener en cuenta cómo abordar los fenómenos transfronterizos. “Un planeta para compartir” podría contribuir a los debates en la Conferencia Rio+20 donde los líderes del mundo, representantes del sector privado y la sociedad civil se reúnen para discutir las medidas en pro de un desarrollo sustentable para el futuro que queremos –un camino que satisfaga las actuales necesidades urgentes de desarrollo humano preservando el planeta habitable para el mañana. La meta es clara: crecer reduciendo la pobreza pero sin dejar huellas.
Blog Humanum