El mundo en desarrollo enfrenta su proceso de crecimiento en circunstancias completamente diferentes a las que experimentaron los actuales países desarrollados en su industrialización. Los países del Asia y el Pacífico, por ejemplo, tienen que hacer aquello que nunca han hecho antes: tener crecimiento sostenido, mantener a las personas fuera de la pobreza y asegurar la resilencia considerando que el calentamiento global continúa a ritmo acelerado.
En estos países vive más de la mitad de la humanidad y dos tercios de los pobres del mundo. Su éxito o fracaso en la búsqueda de un crecimiento bajo en carbono para una mejor calidad de vida tendrá repercusiones a nivel mundial.
Así como los líderes políticos y empresariales necesitan prestar atención, las personas –en su calidad de votantes y consumidores- deberían hacer lo mismo.
El nuevo Informe Regional sobre Desarrollo Humano de Asia y el Pacífico “Un planeta para compartir”, argumenta que crecer primero y “limpiar” después no es una opción para los grupos vulnerables que ya están enfrentando el sufrimiento, mostrando al mundo una visión de su futuro posible –como un “canario en la mina de carbón”.
El cambio climático no es solo otra perturbación del clima –en el futuro se espera ver eventos climáticos amplificados e impredecibles. Desde las alturas de los Himalayas hasta las islas del Pacífico, las personas de esta región muy diversa ya están expuestas a un amplio espectro de condiciones climáticas: los habitantes de las montañas, las comunidades del delta, los pueblos indígenas y de tribus, los pobres viviendo en las ciudades, por ejemplo.
La pobreza, los lugares y formas de ganarse la vida sensibles al clima combinados con una baja capacidad de adaptación, hacen que las personas sean especialmente vulnerables. El calentamiento global ya está socavando los medios de subsistencia, desplazando a las personas, amenazando la seguridad alimentaria, congestionando las calles de las ciudades, contaminando el aire y el agua a través del aumento de los residuos y el manejo inadecuado de la explotación de los recursos.
Esta región está en una encrucijada –teniendo que encontrar un balance entre aumentar la prosperidad y el aumento de emisiones- considerando el hecho que el mundo se acerca a los límites de la explotación irrestricta de los recursos naturales. Se requiere crecimiento económico para mejorar las condiciones de vida, combatir el hambre, garantizar la seguridad energética y aumentar la resilencia frente a los impactos.
Un crecimiento en Asia es importante además para la economía mundial. Sin embargo, el crecimiento tal como lo conocemos también implica emisiones. Los países en desarrollo del Asia y el Pacífico presentan un contraste sorprendente: las emisiones per cápita de este grupo de países se encuentran entre las más bajas del mundo, pero su participación en las emisiones totales es de casi una tercera parte y sigue en aumento. El camino a seguir es crecer, pero de una manera diferente.
No habiendo contribuido al problema del cambio climático, ¿los países en desarrollo pueden ser parte de la solución? Si son mucho menos cerrados en las formas antiguas, los países en desarrollo tienen oportunidades.
Muchos ya están enfocados en el crecimiento de calidad; intentando disminuir la intensidad de las emisiones en su crecimiento futuro, e incorporando esto en el proceso de adaptación y construcción de resilencia para el cambio climático. La búsqueda de opciones con menores emisiones debe necesariamente abordar la pobreza y el bajo consumo crónico, reducir las brechas entre ricos y pobres, re-examinar los estilos de vida, reducir y mejorar el manejo de los residuos. Trasladar las emisiones de un lugar a otro donde la gobernanza ambiental es más débil, sólo porque es más fácil, no ayudará.
La tecnología, las finanzas, un conocimiento adecuado y la cooperación transfronteriza podrían facilitar los ajustes: cambiar la forma en que las personas producen los bienes, cultivan la comida, crían a los animales y generan energía. Esto no será fácil. Hacemos un llamado para la construcción de consensos acerca de nuevas formas de pensar y cooperar. Los sistemas actuales de gobernanza mundial necesitan un replanteamiento serio –ellos deben tener en cuenta cómo abordar los fenómenos transfronterizos.
“Un planeta para compartir” podría contribuir a los debates en la Conferencia Rio+20 donde los líderes del mundo, representantes del sector privado y la sociedad civil se reúnen para discutir las medidas en pro de un desarrollo sustentable para el futuro que queremos –un camino que satisfaga las actuales necesidades urgentes de desarrollo humano preservando el planeta habitable para el mañana. La meta es clara: crecer reduciendo la pobreza pero sin dejar huellas.
Blog Humanum
14 junio 2012
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