23 agosto 2010

Rusia - Cambio Climático

El verano más cálido en un milenio disparó la atención sobre las consecuencias del cambio climático en Rusia, donde 54 personas murieron y más de tres mil 500 quedaron sin techo por incendios forestales. Los problemas meteorológicos se han ensañado con la zona euroasiática y llovió a punto de inundaciones en Europa Occidental y en países como la India y Paquistán mientras se registraban temperaturas de calor récord en Moscú con casi 40 grados. De acuerdo con algunos expertos, la parte del centro de Rusia y el Volga quedó atrapada en una campana de aire caliente como consecuencia de un anticiclón que impidió el paso a lluvias o a la masa de aire húmedo procedente del Atlántico o el Mediterráneo. Sin embargo, las razones que formaron el anticiclón que impidió lluvias significativas por más de dos meses en la citada región rusa, será necesario buscarlas en los efectos del fenómeno de cambio climático, indicaron los especialistas.
El calor se mantuvo por encima de los 30 grados Celsius en la capital rusa y en las regiones de Moscú, Riazan, Vladimir, Varonizh, Nezhegorod, la república de Mari El y de Mordovia, todas ellas declaradas en emergencia por catástrofes naturales este agosto.
Las llamas destruyeron más de 835 mil hectáreas de bosques, divididas en unos 500 focos de incendios diarios, para un total superior a los 26 mil siniestros contra los cuales lucharon más de 165 mil bomberos y voluntarios.
Otros nueve mil militares y más de 200 unidades de técnica especial participaron en el combate contra los siniestros.
Algunos medios de prensa recuerdan que en una situación de catástrofe similar en 1972, fueron empleados unos 100 mil uniformados, los cuales intentaron entonces combatir los incendios de campos con el empleo de técnica blindada.
Alexander Isaev, director del Centro para los problemas de ecología y productividad de los bosques, consideró que la aprobación de un nuevo código sobre administración de áreas forestales eliminó casi por completo el Servicio de Guardabosques.
Según Isaev, cerca de 60 mil empleados de esa institución pasaron a cumplir otras funciones, después de haberse encargado por años del patrullaje de las zonas forestales y la ubicación y eliminación de esporádicos focos de incendios.
Además, el referido servicio, que el primer ministro Vladimir Putin promete restablecer, era el encargado de velar y multar a quienes violaran las normas de seguridad contra incendios, así como de impedir o autorizar la tala de árboles maderables.
De acuerdo con la televisión rusa, unos 200 casos de personas que organizaron fogatas en los bosques fueron detectados por el ministerio de Recursos Naturales, bajo cuya jurisdicción pasaron las funciones del antiguo Servicio de Guardabosques.
Por su lado, el semanario Vlast (de la casa editorial Kommersant) señala que de acuerdo con el código de administración de bosques de 2006, de los incendios forestales se deben ocupar las instituciones destinadas a ese fin por el citado ministerio.
El Servicio de Bomberos, adjunto al ministerio de Situaciones de Emergencia, sólo debe actuar en los casos en que se vea amenazada la vida de las personas, de poblados y de instituciones estratégicas como centrales nucleares, hidroeléctricas o instalaciones militares.
Precisamente, en medio del auge de los incendios fue devorada por las llamas una base de aviones de la Armada y un almacén militar de esa institución, entre otras instalaciones, por lo cual el presidente Dmitri Medvedev dejó cesantes a varios altos oficiales.
De otro lado, la propia combustión de los bosques, sin contar la de los campos de turba, produce un daño a la ecología de notables proporciones.
Así, para la extinción de incendios forestales se emplean tensoactivos que contienen fluor y provocan daños al medioambiente, a los animales y a la capa de ozono, consideran especialistas. Una hectárea de bosque en llamas emite a la atmósfera entre 80 y 100 toneladas de partículas en suspensión y de 10 a 12 toneladas de una masa gaseosa que contiene monóxido de carbono, óxido de azufre y óxidos de nitrógeno. Además, la quema de los árboles provoca la proliferación de insectos y hongos nocivos en los bosques, en tanto muchos animales mueren o deben cambiar su zona de hábitat. Los árboles más vulnerables durante los incendios forestales son el roble, el fresno y el abeto, destacan ecologistas. En los últimos 18 años, los incendios forestales más intensos se registraron en 1998, con 200 mil hectáreas, en coincidencia con la crisis de impagos de Rusia de agosto de ese año. La mayor cantidad de focos de siniestros en los bosques ocurrió en 2002 con 50 mil, incluidos los provocados por la combustión de la turba en la región que rodea Moscú. Aunque sin la intensidad de esta ocasión, la capital también fue cubierta entonces por el humo de la turba quemada, originada a partir del proceso de secado de pantanos realizados a mediados del pasado siglo en la región de Moscú para emplearla como combustible. Los expertos consideran que el nivel de humedad relativa para que arda la pólvora es de 25 por ciento, mientras que el de la turba es de apenas 27. Con calores permanentes de más de 30 grados Celsius, en medio de una sequía extrema, la reacción no se hizo esperar. Pero el director del Instituto de Administración de Bosques de la Academia de Ciencias de Rusia, Andrei Sirin, estima que el asunto de la turba también esta relacionado con su atención. El proyecto de secar los pantanos para emplear la turba obtenida como combustible estaba bajo control estatal en la época soviética, pero con los cambios operados en el país en la década de 1990, la relación respecto a la propiedad sobre áreas boscosas cambió.
Al respecto, Isaev aclara que en un principio sólo se tomó en cuenta la propiedad sobre la tierra, sin incluir los bosques, hasta introducirse cláusulas que permitieron la compra de terrenos, en los cuales el dueño se comprometía a cuidar los bosques y apagar el fuego. Muchos campos de turba fueron comprados por empresas que se encargaron de su cuidado, pero otras muchas áreas quedaron abandonadas, sin la aplicación de un proceso de profiláctica hasta que tocó el turno a la ola de calor para hacerlos arder.
Prensa Latina
Antonio Rondón

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