
La iluminación puede representar hasta una quinta parte del consumo eléctrico doméstico, el cual se podría reducir en un 10-15% si se usaran lámparas más eficientes existentes en el mercado.
Para impulsar la compra de estas tecnologías más eficientes por todos los sectores de la sociedad (ciudadanía, administración y empresa), la Comisión Europea ha aprobado un reglamento que obliga a los fabricantes de lámparas a alcanzar niveles de eficiencia energética cada vez más estrictos según la etiqueta de eficiencia energética.
Estos criterios, aplicados progresivamente hasta 2012, afectan sobre todo a las lámparas incandescentes y alógenas convencionales por ser las más ineficientes y conllevará su práctica desaparición del mercado, que sólo se podrán comprar hasta agotar stocks.
No obstante, en el mercado existen alternativas disponibles para sustituir esas lámparas más ineficientes, por lo que los/las consumidores/as no se verán afectados, excepto en los ahorros del consumo eléctrico y por tanto económicos que pueden llegar a ser de hasta 50 euros anuales (descontando el coste de adquisición de las nuevas bombillas). Y en la correspondiente reducción de las emisiones de CO2.
Otros productos afectados por los reglamentos europeos de interés para toda la ciudadanía son los televisores, frigoríficos o congeladores entre otros.
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