La agricultura de regadío tiene un impacto significativo sobre el medio ambiente. Un efecto positivo es que el riego de una pequeña área de alta productividad frecuentemente puede reemplazar el cultivo de mayores superficies de tierras marginales. Sin embargo, la extracción de agua de ríos y lagos para el riego también puede poner en peligro ecosistemas acuáticos, como son los humedales, ocasionando pérdidas en su productividad y biodiversidad. Esto ha tenido consecuencias importantes para las poblaciones que dependían en esas áreas de la pesca continental y en la acción filtrante natural de los humedales, que históricamente han depurado buena parte de las aguas residuales del mundo. Frecuentemente los resultados de la reconversión de humedales en regadío han sido lamentables.
El despilfarro de los recursos hídricos, que son limitados, ocurre con frecuencia en cada interferencia humana en el ciclo hidrológico natural. El riego es evidentemente poco eficiente: el agua se desperdicia en cada fase, desde las filtraciones de los canales que conducen el agua hasta los grandes volúmenes que se aplican en tierras cultivadas, en exceso a las necesidades de los cultivos, o inútilmente a suelos en barbecho. En el futuro, la mejora de la eficiencia del riego - que actualmente es inferior al 40 por ciento - es un objetivo clave.
Los productos químicos que se usan en el regadío contaminan a menudo la escorrentía superficial y el agua subterránea. El potasio y el nitrógeno aplicados en los fertilizantes, tanto en regadío como en secano, pueden ser lixiviados hacia las aguas superficiales o subterráneas produciendo proliferaciones de algas y eutrofización.La utilización de los recursos de agua dulce deja mucho que desear, especialmente en la agricultura. En algunos casos, estos recursos son sobreexplotados si el consumo supera al suministro de recursos renovables, originándose así una situación insostenible. Generalmente, el despilfarro en una zona priva a otras áreas del agua que necesitan, disminuyendo allí la producción agrícola y el empleo. Otros casos de mala gestión del agua se deben a la extracción de agua de buena calidad y al retorno al sistema hidrográfico de aguas de calidad inaceptable. Los retornos de riego a menudo están contaminados por sales, pesticidas y herbicidas. La industria y los centros urbanos también retornan agua contaminada tanto al agua superficial como a la subterránea.
Por ejemplo:El Mar Aral es uno de los mayores desastres ambientales del planeta. Antes de 1960 un promedio de 55 000 millones de m3 ingresaban anualmente en el Mar de Aral. El riego de algodón y la construcción de embalses para el control de inundaciones disminuyó el caudal anual y entre 1981 y 1990, este caudal fue de 7 000 millones de m3. Como resultado, el nivel del mar descendió 16 metros entre 1962 y 1994 y el espejo de agua se redujo a un cuarto. Veinticuatro de las especies marinas han desaparecido, y la pesca que alcanzó 44 000 toneladas anuales en los años cincuenta y que proporcionaba empleo a 60 000 personas, ha desaparecido. Las mezclas de polvo salado del fondo marino, que son transportadas por el viento y depositadas en las tierras agrícolas aledañas, están dañando y matando a los cultivos.
Los bajos caudales del río han concentrado sales y productos químicos tóxicos, haciendo que los recursos hídricos sean peligrosos para la bebida y contribuyendo a un aumento de muchas enfermedades. Los habitantes que todavía permanecen en el área han perdido su principal medio de vida. Aquellos que se han ido se han convertido en refugiados ambientales.
Si no se hace nada por estos temas será posible que el Lago Titicaca se seque como el Mar de Aral, ya que se pretende utilizarlo como reserva hídrica
Ver: la Animación del Estado del Mar de Aral
13 agosto 2009
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