22 octubre 2013

EL GENIO DE LA LÁMPARA (EFICIENTE)

¿Alguna vez se ha preguntado cuánta energía consumimos al iluminar nuestras casas, calles y oficinas y cuánto nos cuesta? ¿Se ha preguntado porqué es que vemos las ciudades iluminadas desde el espacio exterior? ¿Qué pensaría si le dijera que la iluminación representa el 19% del consumo total de energía eléctrica mundial y que la luz que ve en fotos satelitales de la tierra de noche es realmente en su mayor parte un desperdicio de recursos? Es más, según datos del PNUD, nos dicen que si mejoráramos la forma en que iluminamos nos podríamos ahorrar a nivel mundial 142.000 millones de dólares anuales.
La pregunta para América Latina y el Caribe es: ¿Cuánto cuesta entonces iluminar de manera eficiente nuestros países? La transición hacia una iluminación eficiente en el caso de Brasil, por ejemplo, le costaría a este país alrededor de 1.000 millones de dólares. Sin embargo, esto podría ahorrarle al país una cifra más de tres veces mayor: unos 3.200 millones de dólares anuales con lo que se recuperaría esta inversión en tan solo cuatro meses. La energía anual ahorrada en este caso equivale a aproximadamente tres veces el consumo eléctrico anual total de Guatemala. Países de menor tamaño como Nicaragua también podrían beneficiarse de esta transformación, la cual podría ahorrarle 27,2 millones de dólares anuales al país, lo que equivaldría al 5,3% de su consumo eléctrico total.

Los beneficios ambientales de la iluminación eficiente son igualmente tangibles ya que se ahorra energía producida por centrales eléctricas que en muchos casos queman petróleo u otros combustibles fósiles para poder generar electricidad. Por ejemplo, de lograrse esta transición en Brasil, Colombia y México, la reducción de gases de efecto invernadero lograda equivaldría a que dejaran de circular 1,8 millones de vehículos en estos países.

¿Qué tipos de tecnologías son necesarias para lograr esta transición? La tecnología para hacer esto posible existe desde hace varios años. Las luminarias fluorescentes son parte de la solución, pero existen otras tecnologías no tan conocidas como las luminarias que utilizan tecnología de diodos emisores de luz (LED por sus siglas en inglés) y sistemas de control que tienen un inmenso potencial de ahorro.

La pregunta es: ¿la transición hacia una iluminación eficiente le conviene a América Latina y el Caribe? Las inversiones en iluminación eficiente se justifican plenamente en una región en donde los recursos son escasos. Nos queda la tarea pendiente de lograr los mecanismos adecuados para fomentar estas inversiones, por el beneficio de nuestra región y del planeta.
BID

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