Nueve meses es una cifra simbólica. En los seres humanos, es el tiempo habitual que dura el proceso de gestación, cuyo momento cúspide es el nacimiento de un nuevo ser. Precisamente, hace nueve meses, el 28 de julio de 2011, el presidente Ollanta Humala asumió el gobierno en medio de las expectativas de muchos agricultores del Perú.
Luego de un gobierno frontalmente opuesto al desarrollo rural como el de Alan García y su criticada filosofía del «perro del hortelano», el país recibió a un nuevo presidente, que prometió cambios estructurales en el sector. Pero ¿el gobierno ya inició e implementó una nueva política agraria para enfrentar los problemas de fondo de este sector largamente olvidado?.
Llevamos esta pregunta a tres conocedores del campo: el ingeniero Luis Zúñiga, dirigente arrocero y expresidente de Conveagro; el investigador principal de Grade, Gerardo Damonte, especializado en temas rurales; y el empresario agroexportador Jorge Chepote; tres miradas diversas que analizan la actual situación del agro.
Las principales medidas en estos nueve meses «Estamos en el ícono de los nueve meses y este parto es sin cesárea y sin fórceps: es un parto natural. Es interesante que Humala haya continuado con una línea económica que permita que los inversionistas sigan viniendo a nuestro país», es la impresión del empresario Jorge Chepote. «Un acierto ha sido mantener la existencia de Agro Rural. Se debe seguir haciendo una serie de trabajos pendientes, como la recuperación de andenes. Ahí hay una cantidad de hectáreas que se pueden recuperar», opina Chepote.
«Se han hecho buenas negociaciones en el tema del algodón. Se han evitado los paros y se ha mantenido un diálogo con la gente involucrada en el agro. Es la única manera de llegar a mejores acuerdos, evitando que se hagan tomas de carreteras», destaca el empresario.
El ingeniero Zúñiga también resalta esta apertura. «Ahora hay un diálogo más continuo con el Ministerio de Agricultura, que antes no existía y que es sumamente importante. Los gremios tienen más llegada», afirma el dirigente.
Otra medida bien recibida es la prohibición del ingreso de semillas transgénicas. «Fue una buena medida del presidente Humala, y hay que reconocer que favorece al sector agrario», expresa Zúñiga. «También fue importante la promulgación del decreto supremo 001, que permitirá que las organizaciones de pequeños agricultores puedan importar su productos agroquímicos y significará una rebaja en el precio actual de mercado. Solo falta que el Senasa se ponga las pilas y podamos comenzar a importar», manifiesta el expresidente de Conveagro.
El sector agrario también saludó el otorgamiento de un presupuesto para el nuevo censo agropecuario y así remplazar el obsoleto censo de 1994. «Es importante que se muestren en forma real las cifras de cómo está el campo. Mientras que en las ciudades la pobreza ha bajado considerablemente, en el campo tenemos más del 60% de pobreza. Debemos analizar por qué existe pobreza en el campo», señala Zúñiga.
El gobierno no enfrenta los problemas de fondo Las medidas gubernamentales se han aplaudido; sin embargo, no son trascendentales.
Nuestros entrevistados coinciden en que no se están abordando los problemas estructurales del campo.
Para Gerardo Damonte, hasta el momento el gobierno de Humala no ha querido cambiar el actual modelo de política agraria de fuerte apoyo a la agroexportación, que ha heredado de García y de anteriores gobiernos. «En el gobierno están viendo la posibilidad de emprender algún tipo de viraje en temas de política agraria, pero aún no se deciden a hacerlo. Hasta el momento persisten en la inercia», afirma el investigador. «Después de nueve meses, algo que sí te puedo asegurar es que este no va a ser el Gobierno de la Gran Transformación.Eso está clarísimo», enfatiza Damonte.
Para Zúñiga, los problemas de fondo «se tocan solo de manera tangencial. Dicen que la asociatividad es importante, pero no dicen cómo. Hay que lograr la competitividad, pero tampoco dicen cómo hacerlo», critica.
El dirigente afirma que uno de los principales problemas que agravan la pobreza en el campo es la distorsión en el sistema de comercialización. «Los comerciantes son los que empobrecen al campo. Ellos nos abastecen los insumos y los créditos, pero nos cobran precios altísimos. Veamos a los dos grupos más poderosos: Alicorp y Gloria. ¡Se han convertido en ricos de la noche a la mañana! Si visitamos cada uno de los pueblos, también encontraremos que el comerciante agrario está muy bien económicamente: buen local, camioneta 4 por 4, etc.; sin embargo, los agricultores están empobrecidos. Por ello, los productores necesitamos ingresar a la comercialización, para bajar los costos de producción. Pero para eso se necesita apoyo político», acota Zúñiga.
Esta crítica es compartida por el empresario agroexportador. «La verdad es que hay un exceso en la intermediación. Por ejemplo, el intermediario, sin correr un solo riesgo, compra a 1 y vende a 1.50. Y el usuario final compra a dos soles», revela Chepote, que también critica la evasión del IGV por parte de muchos intermediarios informales y que significa una competencia desleal para los empresarios agroexportadores.
Chepote expresa asimismo que «uno de los grandes desaciertos es que el gobierno ha mirado el árbol, pero no el bosque», y que no se están dando varias medidas importantes. «He hecho agricultura en Ica por más de treinta años, y hemos desarrollado una gama de agricultores de exportación con éxito. Pero el gobierno central se ha olvidado del agua para Ica. No es posible que dentro de quince años esta región se vaya a desertificar. Villacurí va a desaparecer», alerta el empresario agroexportador. «Esa es una gran deuda con la región Ica y también con los pobladores altoandinos de Huancavelica», opina.
El poco acceso al crédito es otro problema de fondo que no se está enfrentando bien. «El gobierno no le está dando la importancia debida al pequeño y mediano agricultor. Agrobanco, lamentablemente, no tiene la capacidad ni las ganas de resolver este inconveniente. No es posible que un banco de fomento agropecuario esté cobrando intereses más altos que la banca comercial e incluso una caja rural. En este tema, el gobierno de Humala aún mantiene olvidados a los agricultores», asevera el empresario.
Propuestas para una sierra olvidada Sin duda alguna, establecer políticas concretas para el desarrollo rural de la sierra peruana continúa siendo la gran deuda del gobierno de Humala. Pero ¿cuál es el enfoque que debe primar? «En la actualidad, un porcentaje grande e importante de la población de la sierra peruana no vive exclusivamente de la agricultura: tiene un pie en la agricultura y un pie en otro tipo de actividad», revela Damonte. «En algunos casos, más cercanos a los centros urbanos, su ingreso agrí- cola monetario es menor al ingreso que obtiene de otras actividades. La tierra les sirve más bien como refugio o forma de subsistencia. Entonces, esa problemática no ha sido vista aún por el Estado. Hasta antes de Humala, el Estado creó programas como Sierra Exportadora, para que la sierra sea la costa. Pero la sierra no es la costa; tiene una dinámica distinta», aclara el investigador.
Pero ¿el agro es la respuesta para lograr el desarrollo de la sierra? Damonte analiza el actual proceso de transformación rural que vive esta región. «Dentro del proceso de urbanización de lo rural (en la medida en que lo rural empieza a ser más dependiente de lo urbano) hay que ver en qué medida la sierra puede tener un beneficio económico. Y no va a pasar necesariamente por la producción agrícola. Puede ser un elemento de base y de motor, pero no tenemos que esperar a que la sierra sea la exportadora de maíz para el mundo», opina Damonte.
El empresario Chepote comparte la idea de que hay una deuda social con esta región. «En estos nueve meses yo no veo resultados significativos en la sierra. Algo se hace al promover, por ejemplo, el cultivo de la quinua y la kiwicha. Pero son movimientos tímidos. Por ejemplo, hay que buscar trigos mejorados que se puedan sembrar en la sierra. Y también es importante promover la siembra de pasturas, para evitar que el ganado coma ichu y coma, en su lugar, un pasto con mayores proteínas. Hay tanto por hacer en la sierra que, francamente, entristece ver que todavía no se hace nada seriamente», cuestiona Chepote.
Por último, el ingeniero Zúñiga pide cambios respecto a un problema recurrente cuando se habla de la sierra. «Hay muy pocos técnicos que conocen la problemática de la sierra; y esto se da no solo en este gobierno, sino que viene de muy atrás. La gente que plantea soluciones para el campo es gente de Lima. Creen que desde Lima se puede manejar la realidad del campo. Entonces, todas las recetas no encajan porque no conocen la realidad del campo;he ahí el gran problema. Hay excepciones,pero son muy pocas», concluye el expresidente de Conveagro.
Por Ricardo Marapi
Bajo La Lupa
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