Se está cometiendo un verdadero crimen contra la humanidad, ante la pasividad de la Comunidad Internacional, que alienta este tipo de combustible sin analizar sus consecuencias. En todas partes del mundo, millones de hectáreas de tierra productiva están siendo rápidamente convertidas en desiertos verdes presentados bajo el disfraz de “bosques”. Otros millones son empleados para satisfacer el hambre energético de los países ricos para el uso de los agrocombustibles, donde se emplea trigo, maiz, caña de azucar, soja y otros productos de alimentación básica de la humanidad que debería ser empleada para paliar el hambre en el mundo. A todo ello le añadimos los millones de hectáreas de productos transgénicos que hacen hipotecar las semillas, robarlas, patentarlas y así las grandes multinacionales tienen el control mundial de la alimentación.
¿Qué esta pasando para que los países industrializados, para que nuestro gobierno, el de Europa...entre al juego de esta criminalidad y no se desmarquen de esta barbaridad que asola el mundo? ¿Qué hace el ciudadano que no exige a su gobierno una política exterior, razonable y de ayuda a los necesitados? Pero claro, no a los necesitados gobernantes de los países pobres que la mayoría son corruptos, sino a los necesitados del pueblo, que están siendo machacados por sus propios gobiernos y las multinacionales que buscan la obra barata para llevarse a la barriga los recursos naturales brutos al menor precio posible, engordando al corrupto y haciendo más pobre al pobre.
Las comunidades locales son desplazadas para dar lugar a interminables filas de árboles idénticos – eucalipto, pino, palma aceitera, caucho, jatrofa y otras especies – que desplazan de la zona a casi toda otra forma de vida. La tierra cultivable, crucial para la soberanía alimentaría de las comunidades locales, es convertida en monocultivos de árboles que producen materias primas para exportación. Los recursos hídricos son contaminados y agotados por las plantaciones, al tiempo que los suelos se degradan. Las violaciones a los derechos humanos son moneda corriente, y van desde la pérdida de los medios de vida y el desplazamiento hasta la represión e incluso casos de tortura y muerte. Si bien las comunidades sufren en su conjunto, las plantaciones tienen impactos diferenciados de género, siendo las mujeres las más afectadas.
El problema se ha agravado aún más con la llegada de nuevos comediantes del sector empresarial que apuntan a obtener beneficios del cambio climático, promoviendo falsas soluciones a través del establecimiento de las llamadas plantaciones para “sumideros de carbono”, la creciente demanda de los agrocombustibles y etanol y la introducción de árboles genéticamente modificados. Sin embargo, los planes de las empresas se enfrentan a una oposición creciente. País tras país, la gente se levanta para oponerse a la expansión de las plantaciones de árboles y un movimiento mundial ha crecido a lo largo de los años, unificando las numerosas luchas locales y ayudando a hacerse oír a quienes sufren por causa de las plantaciones.
En numerosos lugares los campesinos y las poblaciones indígenas son presionados para que abandonen las tierras tradicionales. De resistirse, queman sus plantaciones y arbolados, son expulsados a la fuerza y en numerosas ocasiones el asesinato impune se realiza sin ningún pudor.
Existe un levantamiento general del movimiento indigenista y campesinado que está siendo silenciado por las propias naciones donde se produce y por la Comunidad Internacional, cómplice de estas masacres, ya que muchas de las empresas a las que se les concede la explotación de las tierras, la destrucción de las selvas, son compañías occidentales o asiáticas que se benefician del poco respeto que se tiene al medio ambiente.
Otras, las encargadas de los certificados como el de FSC, que a ojos del ciudadano occidental significa que esa madera ha llegado de un lugar gestionado sosteniblemente, certifican empresas que están violando los derechos humanos. ¿Hasta donde puede llegar la falta de escrúpulos de nuestros gobernantes? ¿Porque se permiten que empresas españolas estén talando árboles tropicales o sacando petróleo en detrimento de las poblaciones locales, mientras que sus ejecutivos, los del gobierno, dicen estar luchando contra el cambio climático y asisten a reuniones internacionales donde solo se preocupan por la venta de CO2...puro negocio?.
Los monocultivos de palma de aceite y jatrofa, así como de caña de azúcar, trigo, maíz, soja y otros cultivos que sirven de materia prima para la obtención del biodiesel y etanol; se ha convertido en un crimen contra la humanidad. No sólo desplazan a las poblaciones afectadas, sino que destruyen la biodiversidad del planeta, las selvas tropicales, formando desiertos verdes, contribuyendo con ello al aceleramiento del cambio climático, sin contar que mientras tiramos semillas y hectáreas con destino a un consumo de agrocumbustible para creernos que somos ecológicos, millones de personas mueren de hambre. Nos avergonzamos de lo que hizo Hitler con los judios...¿y lo que estamos haciendo nosotros? Es una vergüenza humana y yo como ciudadano español, me siento indignado, cansado, exhausto, vergonzoso de no poder hacer nada contra ello. Una parte del mundo es responsable de la muerte de la otra parte y además es responsable de aniquilar nuestra morada, la única que tenemos.
A pesar de ello, las naciones Unidas, tras una destrucción de una porción de selva mediante incendio o tala, si después se planta monocultivos de cualquier tipo de árbol, no considera que haya existido pérdida de masa forestal. Esto es un gravísimo error. Donde existen estas plantaciones de árboles, no hay vida, el suelo está muerto, es una pintura verde en medio de la nada.
Estos bosques sin vida, provocan graves impactos en las comunidades donde se plantan:
• Grandes empresas multinacionales ocupan enormes áreas de tierras que sirven de sustento a poblaciones locales.
• Destruyen amplias superficies de selva o bosque autóctono.
• Agotan las fuentes y cursos de agua locales.
• Arrasan la vegetación provocando así la desaparición de los animales que de ella depende.
• Las mujeres sufren impactos que las afectan específicamente a ellas cómo violaciones, raptos, falta de seguridad por los hombres encargados de la explotación maderera.
• Se genera pocos empleos, en condiciones de trabajo muy malas.
• Afectan a la salud de las personas por los cambios en los ecosistemas locales, el uso masivo de insecticidas y por la desaparición de plantas medicinales.
• Graves violaciones de los derechos humanos: amenazas, tortura, terror, asesinato individuales a lideres o masivos.
• Dan lugar a grandes incendios que ponen de forma continúa en riesgo la vida de las personas.
• Expulsan de sus tierras a los indígenas o campesinos propietarios de tierras. Si se resisten queman sus tierras con lo que su valor se convierte en nada o son asesinados.
Esta es una realidad del siglo XXI, de ahora, de un periodo en el que se supone que los gobernantes deben estar sensibilizados por el aceleramiento del cambio climático. Se permite que estos monocultivos de árboles o de otros productos imprescindibles para la alimentación humana, sean empleados por intereses de multinacionales que solo buscan el negocio bajo la permisividad de los gobiernos y de la Comunidad Internacional incluida la ONU y la FAO.
Mientras que las selvas tropicales no sean declaradas patrimonio de la humanidad, mientras que no se prohíba a las multinacionales el enriquecerse a costa de los pobres, mientras que existan gobiernos que lo permitan y promuevan este crímenes contra la Humanidad; seguirá cometiéndose y todos nosotros seremos culpables por nuestro silencio.
Hace unos días escasamente, el Banco Mundial ha detenido su inversión en aceite de palma, debido a todos los problemas medioambientales que lleva consigo: la destrucción de las selvas, las quemas ilegales, la persecución de las comunidades locales la deforestación y la violación de los derechos humanos. Esta decisión ha sido tomada gracias al apoyo de un informe contra el aceite de palma firmado por más de doscientas ONGs a nivel mundial, entre las que se encuentra el Proyecto Gran Simio de España. El Banco Mundial reconoce que todo lo que se estaba denunciando es cierto, es comprobable. Entonces....¿Porqué no han sido los políticos los encargados de dar este informe? ¿Dónde estaban los asesores o directivos del Banco Mundial para permitir estos atentados contra la vida?. Vemos que los políticos están implicados de forma directa o indirecta en este acto criminal contra la propia existencia de la vida, contra la biodiversidad del planeta, siendo culpables del cambio climático y engañando a todos los ciudadanos del mundo al intentar creer que sus reuniones como las que se va a producir próximamente en Copenhague, son a favor de la Tierra y para buscar una solución contra el cambio climático. FALSOS. Eso es lo que son y no tienen el derecho de representar a la sociedad mundial.
Mientras lo asesinatos siguen sucediéndose ante los ojos tapados de la Comunidad Internacional. El pasado 6 de febrero, el ejército colombiano detuvieron a diecisiete campesinos que pertenecían a la Asociación Campesina del Catatumbo ASCAMCAT. La Asociación teme por sus vidas. Se los llevaron en helicópteros y piden a la Comunidad Internacional su intervención por esta violación de la libertad. Sin embargo Europa calla, amordazada con el silencio. Miles de líderes campesinos han sido asesinados en Colombia en los últimos años en su lucha por defender sus tierras. En Paraguay los Guaraníes están siendo desplazados, expulsados de sus tierras por el monocultivo y las plantaciones encaminadas al Biodiesel. En Perú ocho mil hectáreas de bosque han desaparecido a manos del Grupo Romero en el distrito de Barranquita. Sin ningún tipo de consulta, miles de hectáreas de selva han sido concesionadas a esta empresa palmera. Dirigentes y pobladores de Barranquita se han movilizado una vez más. Y Europa, la Comunidad Internacional, la misma que se reúne en Convenciones para la lucha contra el cambio climático, se calla ante estos crímenes contra la vida y la dignidad de las personas y de nuestra propia Tierra.
¿Es que no existe NADIE que pueda frenar esta situación caótica mundial protagonizada por los países del G-20, continuadas por el resto de los gobiernos con consecuencias desastrosas para la humanidad y biodiversidad de nuestro planeta?
Cuando despertemos de este delirio, nos echaremos las manos a la cabeza como nos la estamos echando ahora por el cambio climático. ¿Qué hacen los científicos que no se unen para plantar cara ante tamaño abuso descontrolado? ¿Es que si hablan no reciben subvenciones?.
Mientras, cada día, cada segundo, cientos de hectáreas están siendo empleadas para la obtención de combustible industrial, limitando con ello la obtención de semillas básicas para la alimentación mundial, llevando a pueblos hacia la pobreza y el hambre. Cada día, cada segundo, cientos de hectáreas están siendo empleadas para la obtención de combustible industrial, limitando con ello la obtención de semillas básicas para la alimentación mundial, llevando a pueblos hacia la pobreza y el hambre. Cada día son asesinados indígenas y campesinos que luchan por sus tierras en diferentes puntos de la Tierra, ante el avance imparable del imperialismo capitalista, disfrazado en multinacionales apoyadas por los Gobiernos. ¿Hasta cuando lo consentiremos? Ellos piden la ayuda Internacional….¿Porqué no se les escucha? ¿No será porque no existen beneficios para intervenir o bien porque hay muchos intereses implicados a favor de las multinacionales?.
Fuente: Econoticias
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