Después de 18 años, el Perú cuenta con un Censo Agropecuario (IV Cenagro) que nos muestra la realidad del mundo agrario peruano. Antes, se planificaba las políticas del sector con cifras de 1994, lo que muestra la desidia de los distintos gobiernos respecto a este tema. Ahora, con los datos del IV Cenagro, resulta fundamental mirar la problemática actual del agro. A continuación, trataremos dos aspectos claves que poco o nada se quieren discutir: el regreso del latifundismo y el impacto de la pequeña agricultura en la seguridad alimentaria (Revista Agraria Nº 155).
El regreso del latifundismo
Desde hace unos años, un nuevo proceso de concentración de tierras se viene extendiendo de forma incontrolable en el país. Luego de la Reforma Agraria, que democratizó la sociedad rural poniendo fin al gamonalismo y a las relaciones serviles, en la década de 1990 se inició un ciclo de liberalización del mercado de tierras. Según el sociólogo Fernando Eguren, en las unidades agropecuarias (UA) por encima de las 500 hectáreas ya existiría concentración de la propiedad, lo que significa cerca de la cuarta parte de todas las tierras de cultivo del país. En tanto, los “neolatifundios” —aquellas UA que tienen más de mil hectáreas—concentran más de la quinta parte de todas las tierras de cultivo.
Eguren señala que en la costa se da la mayor concentración de la propiedad de las tierras de cultivo. En esta región, el 36.4% de las tierras están concentradas en UA de 500 hectáreas o más. “En este subgrupo de grandes propiedades, los latifundios de más de mil hectáreas poseen el 34% de las tierras de la costa (¡más de un tercio!)”.
La concentración de la propiedad en pocas manos es un modelo de desarrollo excluyente porque la tierra no es sólo un factor de producción, sino también de riqueza, prestigio y poder. ¿Se atreverá el gobierno a plantear una alternativa para frenar el creciente “neolatifundismo”?
La pequeña agricultura es importante
¿Cuán importante es la pequeña agricultura para la seguridad alimentaria de los peruanos? El IV Cenagro no solo confirma la importancia de la pequeña agricultura sino que muestra que esta es mayor a la estimada. La mayor parte de las tierras dedicadas a cultivos alimenticios transitorios corresponden a la pequeña agricultura. Así, en el caso de las leguminosas, el 82% del área sembrada corresponde a la pequeña agricultura, y también corresponde a esta el 76% del área sembrada para los tubérculos, el 74% de la sembrada para los cereales, el 72% de la sembrada para las hortalizas y el 63% de la sembrada para las frutas. Las UA de mayor tamaño destinan muy pocas tierras a la producción de alimentos para el mercado interno.
Entonces, la seguridad alimentaria del Perú depende en gran parte de la pequeña agricultura, cuyo papel, en una perspectiva de soberanía alimentaria, es estratégico.
Por lo expuesto, resulta fundamental que el actual gobierno entienda la nueva realidad del agro nacional, plantee una alternativa para frenar la acumulación de tierras y la conformación de “neolatifundios”, y al mismo tiempo, promueva políticas de desarrollo para la pequeña agricultura, cuyo aporte a la alimentación de los peruanos conocemos ahora en su real dimensión.
Otra Mirada
El regreso del latifundismo
Desde hace unos años, un nuevo proceso de concentración de tierras se viene extendiendo de forma incontrolable en el país. Luego de la Reforma Agraria, que democratizó la sociedad rural poniendo fin al gamonalismo y a las relaciones serviles, en la década de 1990 se inició un ciclo de liberalización del mercado de tierras. Según el sociólogo Fernando Eguren, en las unidades agropecuarias (UA) por encima de las 500 hectáreas ya existiría concentración de la propiedad, lo que significa cerca de la cuarta parte de todas las tierras de cultivo del país. En tanto, los “neolatifundios” —aquellas UA que tienen más de mil hectáreas—concentran más de la quinta parte de todas las tierras de cultivo.
Eguren señala que en la costa se da la mayor concentración de la propiedad de las tierras de cultivo. En esta región, el 36.4% de las tierras están concentradas en UA de 500 hectáreas o más. “En este subgrupo de grandes propiedades, los latifundios de más de mil hectáreas poseen el 34% de las tierras de la costa (¡más de un tercio!)”.
La concentración de la propiedad en pocas manos es un modelo de desarrollo excluyente porque la tierra no es sólo un factor de producción, sino también de riqueza, prestigio y poder. ¿Se atreverá el gobierno a plantear una alternativa para frenar el creciente “neolatifundismo”?
La pequeña agricultura es importante
¿Cuán importante es la pequeña agricultura para la seguridad alimentaria de los peruanos? El IV Cenagro no solo confirma la importancia de la pequeña agricultura sino que muestra que esta es mayor a la estimada. La mayor parte de las tierras dedicadas a cultivos alimenticios transitorios corresponden a la pequeña agricultura. Así, en el caso de las leguminosas, el 82% del área sembrada corresponde a la pequeña agricultura, y también corresponde a esta el 76% del área sembrada para los tubérculos, el 74% de la sembrada para los cereales, el 72% de la sembrada para las hortalizas y el 63% de la sembrada para las frutas. Las UA de mayor tamaño destinan muy pocas tierras a la producción de alimentos para el mercado interno.
Entonces, la seguridad alimentaria del Perú depende en gran parte de la pequeña agricultura, cuyo papel, en una perspectiva de soberanía alimentaria, es estratégico.
Por lo expuesto, resulta fundamental que el actual gobierno entienda la nueva realidad del agro nacional, plantee una alternativa para frenar la acumulación de tierras y la conformación de “neolatifundios”, y al mismo tiempo, promueva políticas de desarrollo para la pequeña agricultura, cuyo aporte a la alimentación de los peruanos conocemos ahora en su real dimensión.
Otra Mirada
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