Luego de dos semanas de negociaciones la COP20 realizada en Lima sobre el cambio climático no logró el objetivo propuesto de concluir un documento borrador para ser aprobado en la COP21 de Paris el 2015. La declaración final presentada por la presidencia peruana ha permitido, efectivamente, evitar un fracaso como el ocurrido en la COP15 de Copenhague, pero esta declaración de compromisos vagos que a gusto de todas las partes, no debe de ninguna manera ser presentada como un resultado exitoso. Como ha advertido el panel de científicos del Grupo de Expertos Intergubernamentales sobre la Evolución del Clima, GIEC, seguimos caminando al borde del abismo con el posible escenario de alcanzar temperaturas promedio globales por encima de los 2ºC de aumento, lo que traería consecuencias catastróficas e irreversibles para todas las formas de vida en nuestro planeta.
No hay pues tiempo para triunfalismos chauvinistas, porque el camino que nos queda por recorrer de aquí en adelante hacia la COP21 de Paris, está sembrado de grandes dificultades e interrogantes que la reunión de Lima no ha permitido despejar. Las diferencias subsisten entre los países desarrollados y los países emergentes y en desarrollo, sobre cómo establecer los compromisos nacionales de mitigación, adaptación y las responsabilidades financieras con los países pobres más afectados, manteniendo el principio del Protocolo de Kioto de responsabilidades comunes pero diferenciadas entre los países.
El Perú tiene la enorme responsabilidad de presidir estas negociaciones que se llevarán a cabo a lo largo del próximo año, y lo que debemos preguntarnos es cómo reforzar la autoridad de nuestro país como un facilitador serio, constructivo y responsable de este complejo y difícil proceso de negociaciones, para que la COP21 de Paris pueda finalmente aprobar un nuevo Protocolo vinculante para reducir lo más rápidamente posible, las emisiones de gases con efecto invernadero.
Y es ahí donde nos asalta la duda, y donde no vemos muchas razones para el optimismo sobre la capacidad facilitadora de la presidencia peruana. En los temas de la agenda interna sobre nuestras responsabilidades ante el cambio climático, hemos podido constatar que un sector del empresariado nacional sigue en una posición negacionista del problema. No solo lanzó una maliciosa campaña en contra del Ministro del Medio Ambiente en días previos a la inauguración de la COP20, sino que además obtuvo del gobierno, dentro del paquete de medidas reactivadoras, un desmontaje de las tímidas salvaguardas ambientales que existían en nuestro país. Por estas incongruencias la organización Climate Action Network (CAN) premió a nuestro país con el “Fósil del día” durante la Cumbre.
Mientras subsista esta política depredadora frente al medio ambiente, mientras no exista un plan nacional de mitigación y adaptación con objetivos ambiciosos verificables que incluyan a nuestras comunidades nativas y al resto de la sociedad civil, las inconsecuencias de nuestro país seguirán siendo un obstáculo para que podamos cumplir el rol de un facilitador creíble en las negociaciones hacia la COP Paris 2015.
A este comportamiento contradictorio en nuestras responsabilidades nacionales, se suma el pésimo manejo de la agenda externa. En los debates de la COP20 de Lima quedó evidenciado que el Perú no tiene definido en que espacio negociador posicionarse, siendo miembro al mismo tiempo del G77 + China y el AILAC creado en Durban. Se anunció previamente a la COP20 de Lima, que saldría una declaración conjunta de los países latinoamericanos en apoyo a la presidencia peruana, y apareció sorpresivamente la Alianza del Pacífico, un grupo que no juega ningún rol en las negociaciones sobre cambio climático, evidenciando que la agenda comercial de los TLCs prima sobre una estrategia propia para tratar la agenda medioambiental a nivel internacional. La Alianza del Pacífico hizo el ridículo, no sólo al proponer separadamente colaboraciones al Fondo Verde, cuando había en curso la posibilidad de una posición común de todos los países de la región, sino que además Chile se alineó en las negociaciones finales con el grupo LMDC (LikeMindedGroup of DevelopingCountries) junto con Argentina, Ecuador y Venezuela.
El Perú tiene que definir un posicionamiento claro junto a los países de la región y demás países en desarrollo que buscan acuerdos ambiciosos y vinculantes en Paris 2015. Si queremos evitar los escenarios catastróficos que nos anuncia el grupo de científicos del GIEC debemos trabajar en varios frentes desde la sociedad civil para exigirle al gobierno peruano más coherencia y responsabilidad en el manejo de la agenda medio ambiental interna y externa. De lo contrario la presidencia peruana en este proceso de negociaciones seguirá marcada por sus contradicciones e incoherencias y no nos garantiza que alcancemos un nuevo Protocolo vinculante en la COP21 de Paris.
Por José F. Cornejo
Otra Mirada
No hay pues tiempo para triunfalismos chauvinistas, porque el camino que nos queda por recorrer de aquí en adelante hacia la COP21 de Paris, está sembrado de grandes dificultades e interrogantes que la reunión de Lima no ha permitido despejar. Las diferencias subsisten entre los países desarrollados y los países emergentes y en desarrollo, sobre cómo establecer los compromisos nacionales de mitigación, adaptación y las responsabilidades financieras con los países pobres más afectados, manteniendo el principio del Protocolo de Kioto de responsabilidades comunes pero diferenciadas entre los países.
El Perú tiene la enorme responsabilidad de presidir estas negociaciones que se llevarán a cabo a lo largo del próximo año, y lo que debemos preguntarnos es cómo reforzar la autoridad de nuestro país como un facilitador serio, constructivo y responsable de este complejo y difícil proceso de negociaciones, para que la COP21 de Paris pueda finalmente aprobar un nuevo Protocolo vinculante para reducir lo más rápidamente posible, las emisiones de gases con efecto invernadero.
Y es ahí donde nos asalta la duda, y donde no vemos muchas razones para el optimismo sobre la capacidad facilitadora de la presidencia peruana. En los temas de la agenda interna sobre nuestras responsabilidades ante el cambio climático, hemos podido constatar que un sector del empresariado nacional sigue en una posición negacionista del problema. No solo lanzó una maliciosa campaña en contra del Ministro del Medio Ambiente en días previos a la inauguración de la COP20, sino que además obtuvo del gobierno, dentro del paquete de medidas reactivadoras, un desmontaje de las tímidas salvaguardas ambientales que existían en nuestro país. Por estas incongruencias la organización Climate Action Network (CAN) premió a nuestro país con el “Fósil del día” durante la Cumbre.
Mientras subsista esta política depredadora frente al medio ambiente, mientras no exista un plan nacional de mitigación y adaptación con objetivos ambiciosos verificables que incluyan a nuestras comunidades nativas y al resto de la sociedad civil, las inconsecuencias de nuestro país seguirán siendo un obstáculo para que podamos cumplir el rol de un facilitador creíble en las negociaciones hacia la COP Paris 2015.
A este comportamiento contradictorio en nuestras responsabilidades nacionales, se suma el pésimo manejo de la agenda externa. En los debates de la COP20 de Lima quedó evidenciado que el Perú no tiene definido en que espacio negociador posicionarse, siendo miembro al mismo tiempo del G77 + China y el AILAC creado en Durban. Se anunció previamente a la COP20 de Lima, que saldría una declaración conjunta de los países latinoamericanos en apoyo a la presidencia peruana, y apareció sorpresivamente la Alianza del Pacífico, un grupo que no juega ningún rol en las negociaciones sobre cambio climático, evidenciando que la agenda comercial de los TLCs prima sobre una estrategia propia para tratar la agenda medioambiental a nivel internacional. La Alianza del Pacífico hizo el ridículo, no sólo al proponer separadamente colaboraciones al Fondo Verde, cuando había en curso la posibilidad de una posición común de todos los países de la región, sino que además Chile se alineó en las negociaciones finales con el grupo LMDC (LikeMindedGroup of DevelopingCountries) junto con Argentina, Ecuador y Venezuela.
El Perú tiene que definir un posicionamiento claro junto a los países de la región y demás países en desarrollo que buscan acuerdos ambiciosos y vinculantes en Paris 2015. Si queremos evitar los escenarios catastróficos que nos anuncia el grupo de científicos del GIEC debemos trabajar en varios frentes desde la sociedad civil para exigirle al gobierno peruano más coherencia y responsabilidad en el manejo de la agenda medio ambiental interna y externa. De lo contrario la presidencia peruana en este proceso de negociaciones seguirá marcada por sus contradicciones e incoherencias y no nos garantiza que alcancemos un nuevo Protocolo vinculante en la COP21 de Paris.
Por José F. Cornejo
Otra Mirada
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