La fuga de petróleo que ha contaminado el Golfo de México desde el mes de abril implica muchas cosas: una tragedia humana, un desastre ambiental, y un llamado de advertencia. Sin embargo, no es la mayor crisis que enfrentan los océanos el día de hoy. Deberemos enfrentar esta fuga de petróleo y a sus consecuencias en los años por venir, pero no debemos distraernos del enemigo número 1 del océano: la grave amenaza que representa la aceleración del cambio climático global provocado por la contaminación de carbono que producen las personas.
La lista de las víctimas de la fuga de petróleo en el Golfo crece todos los días: tortugas marinas, tiburones ballena y aves marinas, así como tantas personas cuyas vidas y estilo de vida dependen de la salud de los océanos. Sus historias han hallado con sobrado mérito su lugar en los titulares de los diarios, y la gente está respondiendo. Al mismo tiempo, otras noticias preocupantes se han pasado por alto. Se trata de historias sobre nuevas investigaciones científicas que subrayan la urgencia de solucionar el cambio climático.
A tener en cuenta:
El informe de una investigación, publicada en la revista científica Science concluye que los gases de efecto invernadero emitidos por el hombre propician cambios dramáticos e irreversibles en el modo en el que funciona el océano en el nivel más básico, lo cual puede tener efectos potencialmente graves para cientos de millones de personas en todo el planeta.
El artículo (en Ingles) resume los hallazgos de docenas de estudios revisados por expertos acerca del impacto de cambio climático en los ecosistemas del océano. Desde ahora, el calentamiento de los océanos, la subida del nivel del mar y la acidificación están cambiando la vida del océano tal y como la conocemos en escalas que alcanzan desde la alteración del desarrollo de los peces larvales hasta el creciente número de vastas zonas pobres en nutrientes, conocidas como desiertos oceánicos. Uno de los autores, el doctor Ove Hoegh-Guldberg del Global Change Institute (en inglés) advierte que: "Estamos comenzando un período en el cual todos los servicios del océano de los que depende la humanidad están experimentando cambios traumáticos y en algunos casos comienzan a fallar. El deterioro posterior continuará creando enormes desafíos y costos para todas las sociedades del mundo".
Tal vez lo más sorprendente es el hallazgo de que se espera que el ritmo de estos cambios no haga más que acelerar. Por ejemplo, conforme se calienta el océano, disminuye la mezcla de los nutrientes que fomenta la productividad del fitoplancton, lo cual a su vez debilita el crucial papel que desempeña el océano en la absorción del exceso de CO2 de nuestra atmósfera.
Otro autor, el doctor John Bruno de la Universidad de North Carolina emitió una severa advertencia: Lo que más me impresiona de los descubrimientos científicos más recientes acerca de este tema, es el grado hasta el cual estamos modificando los procesos físicos y biológicos fundamentales mediante el calentamiento de nuestros océanos.
Y la gran sorpresa, al menos para mí, es la rapidez con la que esto está ocurriendo. En realidad, estamos siendo testigos de estos cambios antes de poder predecirlos o modelarlos. Esto no es una teoría; se trata de un enorme problema del mundo real. Además, nosotros, no sólo nuestros hijos, pagaremos el precio si no comenzamos a solucionar este problema muy pronto.
Como puede esperarse, los autores también indican que existen muchos menos estudios sobre los efectos del cambio climático en los océanos en comparación con los estudios sobre ecosistemas terrestres. Es extraño, pero no sorprendente, que no hayamos hecho un mayor compromiso para comprender uno de los ecosistemas más grandes de nuestro planeta.
Aún así, a pesar de la tendencia a destinar los fondos para investigaciones terrestres, los científicos oceánicos de nuestro país han acumulado una enorme cantidad de datos (en inglés) sobre los efectos del cambio climático de nuestros océanos, incluyendo muchas mediciones como el nivel del mar y el pH del océano, los cuales no están sujetos a especulación: pueden medirse con un instrumento simple todos los días. De seguro, nos encontraremos con muchas sorpresas en el futuro en lo que se refiere al cambio climático y su impacto en nuestras vidas. Simplemente, no existe el modo de modelar, predecir o comprender cada detalle; sin embargo, disponemos de muchas pruebas a día de hoy y no hay pretexto para no entrar en acción. Obviamente, tenemos mucho trabajo que hacer y poco tiempo para actuar. Soy una persona optimista por naturaleza, y recibo aliento de todos ustedes que han alzado la voz para demandar acciones por parte de nuestros líderes. Los esfuerzos conjuntos como escribir cartas, enviar correos electrónicos, y realizar llamadas telefónicas a sus funcionarios electos hacen una diferencia y son algunas de las formas más importantes con las que podemos atraer un cambio.
Confío en que juntos podamos solucionar estos desafíos y hacer una diferencia, para nuestras vidas, para nuestros hijos, y para los océanos.
La Onda Verde
21 septiembre 2010
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