Ante expectativas de precios internacionales bajos de materias primas y un alza en tipos de interés que recorten flujos hacia las economías emergentes en la región, ¿éstas podrán reinventarse para los próximos años?
Está bien, se crecerá en los próximos años, pero a paso de tortuga. Esa es la consigna ante el hecho que el panorama no es similar al del período 2008 - 2011, cuando se tenían precios de materias primas muy robustos y flujos de capital yendo y viniendo de ultramar.
A seguir creciendo, pero poco…
En la actualidad, se tiene por ejemplo una onza troy de oro cotizada en el mercado de Londres en US$1,289.5, 32% menos que el cierre del 5 de setiembre del 2011 y tasas de interés al alza que restringirían los flujos de efectivo hacia los países emergentes.
Andrés Velasco, profesor de la Universidad de Columbia afirma que “Ahora que los precios de los recursos naturales bajan y las tasas de interés en Estados Unidos aumentan porque la Reserva Federal abandona el relajamiento cuantitativo, las economías latinoamericanas enfrentan un nuevo desafío: seguir creciendo. En 2013, el producto interno bruto (PIB) de las principales economías de la región disminuyó su crecimiento, y se prevé lo mismo para 2014”
De acuerdo a estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento regional podría estar en el orden del 3.0% para el 2014.
Rápidos y furiosos o sólo fue espejismo
“…el rápido crecimiento en América Latina desde la crisis económica mundial de 2008 -2009 no fue el resultado de un cambio revolucionario de políticas, sino de circunstancias internacionales extraordinariamente ventajosas. Mientras los precios de la soya, el trigo, el cobre, el petróleo y otras materias primas estuvieron por los cielos, países como Brasil, Chile y Perú recibieron un gran estímulo externo; incluso Argentina, con su deplorable manejo de la economía, logró crecer” señala Velasco.
Con esta sentencia, aunque estadísticamente es impecable, también es evidente que el ‘rápido y furioso’ crecimiento regional de hace seis años –al menos empíricamente- tuvo como respaldo una determinada coyuntura externa de precios que fue la 'masa crítica' que potencializó el incremento en términos de PBI.
Algunas economías regionales capitalizaron este incremento de la producción con una disciplina fiscal y monetaria serias. Otras no. Argentina ya está siendo comparada con Justin Bieber por ejemplo.
Andrés Oppenheimer en su columna del Nuevo Herald retoma la chanza al decir que “si Argentina fuera una celebridad, sería Justin Bieber: un adolescente rico e irresponsable que siempre se mete en problemas, repite los mismos errores, y le echa la culpa a otros” pues como indica Oppeheimer, “Al igual que Bieber, el cantante de 19 años que entre otros roces con la ley fue recientemente arrestado en Miami Beach por conducir su Lamborghini amarillo a exceso de velocidad y aparentemente alcoholizado, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner vive desafiando al mundo. Ha dilapidado la mayor bonanza de materias primas de la historia reciente del país en una fiesta populista, y ahora culpa a otros por la inflación, la masiva fuga de capitales y la economía que se desmorona”
“Al igual que Bieber, el cantante de 19 años que entre otros roces con la ley fue recientemente arrestado en Miami Beach por conducir su Lamborghini amarillo a exceso de velocidad y aparentemente alcoholizado, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner vive desafiando al mundo..."
Según parte policial, Bieber preguntó ante la detención de la madrugada del 23 de enero “¿Qué carajos hice de malo? ¿Por qué me detienen?”. El martes, la presidenta Fernández curiosamente esbozó el mismo mensaje en un discurso televisado: ¿Qué culpa tengo yo de los problemas del país?, pareció decir Fernández. Yendo más allá Oppeheimer menciona que la presidenta “…culpó a los banqueros argentinos, a los dueños de supermercados y a los medios opositores por el brote inflacionario y la fuga de capitales que padece el país. Sin embargo, los problemas actuales de Argentina fueron creados por el gasto desenfrenado del propio gobierno en subsidios para ganar votos”
Del crecimiento al estancamiento
‘Estancamiento’ es el sustantivo técnico-económico de moda entre los economistas estadounidenses. Sean del color político que sean. Estancamiento no es sinónimo de no crecer, es crecer pero a paso lento, detenerse en un curso y mantenerlo, sin mayor sobresalto.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de economía 2001 advirtió que después de la crisis financiera global del 2008, el estancamiento marcaría la pauta de crecimiento económico mundial en los años postreros: su predicción parece ser acertada de momento.
“Poco después de que estallara la crisis financiera mundial en el año 2008, advertí sobre que a menos que se adopten políticas adecuadas, se podía asentar un malestar al estilo japonés, es decir, un crecimiento lento e ingresos casi estancados durante muchos años. Si bien los líderes a ambos lados del Atlántico afirmaron que habían aprendido las lecciones de Japón, rápidamente procedieron a repetir algunos de los mismos errores” menciona Stiglitz.
Errores que regionalmente se pueden traducir en farras fiscales y exceso de deuda, con la consecuente contracción de flujos hacia inversión que puedan generar empleo y consumo futuros. ¿Suenan conocidos casos como Argentina y Venezuela a este respecto?
Estancamiento a lo latino
Velasco completa el cuadro de la situación en la economía estadounidense que podría replicarse en Latinoamérica: “…la alta deuda del consumidor, el lento crecimiento de la población y el aumento de la desigualdad de ingresos, han debilitado la demanda por parte de los consumidores”. Luego se pregunta: “¿Es posible que esta situación se aplique a América Latina, donde el PBI aumenta más rápidamente, las tasas de interés son más altas y la demanda interna más vigorosa que en los Estados Unidos?”, la respuesta del analista es aflictiva pues aclara que la coyuntura en un mercado como el estadounidense se podría reproducir en el caso latinoamericano pues ante dos aristas (precios bajos y disminución de flujos), el crecimiento del PBI podría tener un ralentí regional. De esta forma, un incremento poco prolijo de la producción en economías debajo de la frontera de Río Grande no sería una desviación de los patrones históricos de crecimiento en Latinoamérica, por el contrario, se estaría regresando al pasado.
Puede ser cierto. Hace muchos años que en Perú, por ejemplo, palabras como paquetes de incentivos, paquetazos, FMI, inflación de dos dígitos, etc. ya habían quedado en los cuadernos del curso de Historia Económica de sexto ciclo de facultad, sin embargo, en economías como Argentina o Venezuela estos conceptos siguen vigentes.
Más leña al fuego
Stiglitz sugiere efectuar una suerte de ‘realpolitik’ en economía y “…que deberíamos adaptarnos a una nueva realidad en la que el crecimiento a largo plazo de la productividad estará muy por debajo del nivel en el que se ubicó durante el último siglo. Dado el paupérrimo historial que tienen los economistas – mismo que se refleja en lo ocurrido durante el período previo a la crisis – en cuanto a la exactitud de sus predicciones, aún en el caso de predicciones para períodos de tres años, nadie debería tener mucha confianza en una bola de cristal que realiza predicciones para las futuras décadas. No obstante, una cosa parece estar clara: a menos que las políticas de los gobiernos cambien, tenemos por delante un largo período de decepciones” La razón que esgrime Stiglitz es sencilla: Los mercados no se autorregulan. Éstos precisan de políticas y actores que vayan más allá del libre mercado, corrigiendo distorsiones y anomalías, sobre todo en tramos como la demanda agregada, el consumo, el empleo, el ingreso y la brecha social.
"...a menos que las políticas de los gobiernos cambien, tenemos por delante un largo período de decepciones”
“Los problemas fundamentales subyacentes que he descrito anteriormente podrían agravarse, y muchos de ellos se están agravando. El aumento de la desigualdad debilita aún más la demanda; y, en la mayoría de los países, incluyéndose entre ellos a EE.UU., la crisis sólo ha agravado la desigualdad” sentencia Stiglitz.
Arriba esas ganas…
Sin embargo, no todo andaría mal. Al menos para el Perú. De acuerdo a Luis Oganes, economista jefe para América Latina del banco de inversiones JP Morgan, el crecimiento local seguirá avanzando, un déficit en cuenta corriente moderado y proyectos de inversión mineros en proceso de avance podrían marcar el ritmo de un crecimiento no menor al 5% para los próximos cuatro años.
De acuerdo a Oganes, todo estará en función en tres puntos: fortalecimiento institucional (léase: destrabar proyectos y acelerar éstos vía una normativa que asuma una firme decisión política que agregue a los actores: desde empresa hasta comunidad); avance que traería una mejora en la calificación de crédito de la economía peruana en cuanto a su riesgo crediticio soberano, que actualmente se encuentra con una nota de BBB+ y un indicador EMBI (Emerging Market Bond Index) de 175 puntos básicos (para dar una idea del significado de este indicador: Argentina tiene 970 puntos y Venezuela 1,386; ‘menos es mejor’ es la lectura del EMBI); y esto lleva al investigador a un tercer punto clave: la inversión privada, ligada al primer ítem, donde los proyectos de gasto de capital posean mayor celeridad y las alianzas público privadas funcionen más eficientemente (NOTA. Se espera que Humala, Lentitud & Asociados hayan tomado nota, sobre todo ahora que van a tener mejores sueldos).
Finalmente, aunque taciturno Velasco indica que “¿Es posible que las economías latinoamericanas sigan creciendo una vez que los precios de los productos primarios y las tasas de interés internacionales regresen a la normalidad? Es lo que esperan los habitantes de la región. Sin embargo, el estancamiento es otra posibilidad, que se puede evitar sólo si las autoridades la reconocen como tal y toman medidas inmediatas para evitarla”
La vida es bella aún, un poco lenta, pero seguirá bella, parece ser el mensaje.
La Mula.pe
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